Cuenta la leyenda que en una bonita ciudad costera, vivía una hermosa princesa de tez muy blanca cómo la nieve y los cabellos largos y dorados cuál rayos de sol en el atardecer.
La princesa llevaba una vida sencilla y feliz en su castillo, repleto de pequeños duendecillos que jugaban con ella, peinaban sus bellos cabellos y escuchaban embelesados las historias que la joven les explicaba.
Mientras anhelaba la llegada de un apuesto príncipe que culminara por completo su dicha, la princesa que además era muy coqueta, se puso en contacto con la sastre de la corte para que le hiciera un hermoso par de zapatillas.... y la sastrecilla sólo pudo dibujar dos coronas doradas como sus cabellos! La princesa no merecía menos.
Gracias Anna!
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